viernes, 23 de marzo de 2012

Navidad lejos de casa...

Incluso para ir al norte, hay que volver al sur, a Cuzco, al origen de todo, porque simplemente esa es la ruta. poético, no? Pero tambien es cierto, literalmente.
Entonces pasamos por los mismos lugares de antes, pero ahora con una tremenda victoria encima :)
Caminamos de vuelta los 40 kms por la via, llegamos a Ollantaytambo y de ahi volvimos a Calca, para pasar las fiestas con Reyner, como habíamos prometido.
Entonces pasamos dos semanas alli, (o algo así) en las que no solo pusimos el paño en la plaza de armas, si no que también fuimos a una cosecha de papa, yo trabajé lavando platos, pelando patos, cuy y gallinas en un restaurant, Mati trabajó en una construcción, en una pollería y se hizo amigo de todos los puestos del mercado barriendoles la vereda a cambio de un "apoyo".
Las dos familias que  fueron nuestra familia durante esas fiestas, fueron, 1) la familia de Reyner y 2) Juana, su marido y sus dos hijas, la familia del restaurant donde yo trabajaba. Juana se comportó como una madre con nosotros y se preocupaba porque no nos falte nada, incluso el abrazo de la navidad que necesitabamos de mamá.
La plaza se vistió de luces de colores de muchas formas por las fiestas y de muuuuchos vendedores, entre los cuales estabamos nosotros y nuestro pañito, al pie del cañón. Antes que se hicieran las 12 fuimos a brindar a lo de Juana y a comer panetón. En seguida todos nos fuimos a dormir, ya que al otro día todo el mundo trabaja en Calca. Peeeeero... con chocolatada caliente en la zapán.
Año nuevo no fue tan feliz. Matías y yo lo pasamos en cama, con problemas del estómago no muy románticos que digamos, por la falta de costumbre de la comida peruana (mucho picante, mucho frito, muuuucha comida). Esta es una etapa por la que, al parecer, todos tenemos que pasar al entrar a Perú.
Peeeero nos las arreglamos. Reyner había desaparecido de la faz de la tierra sin avisar, pero su mama y su hermana todos los días nos insistían para que durmamos en su habitación para que no pasemos frio, entonces por suerte estabamos bastante cómodos, dentro de lo que los desarreglos estomacales permitian, mirando "El expreso polar" y mandando mensajitos a todas las personas del camino que nos ayudaron a llegar, diciendoles que gracias a ellos, habíamos entrado al Machu Picchu. Muchos se emocionaron y me mandaron mensajes hermosos. Quizas no me hubiese tomado ese tiempo si yo no hubiese estado tan aburrida en cama, asi que valió la pena.
El 6 de enero se nos vencía la tarjeta andina que decia que teniamos 30 dias para estar en el Perú asi que el 3 partimos para el norte nuevamente, dejando nuevos e importantísimos amigos en Calca que estoy segura que volveré a ver.
Todos los vendedores del mercado, al ver a Matías con el calzado bastante arruinado hicieron una "chanchita" (equivalente peruano de vaquita), y le compraron un par de zapatos.
Si, asi de hermosa es la gente en Calca.