




Cuando llegué a la municipalidad, lugar donde Cristina pone el paño, ella estaba sola. Pero al ratito aparecieron dos bellezas que se sentaron al lado de ella con la firme creencia de que si nos miraban el suficiente tiempo con cara de culo nos convencerian de no ir a su casa. Yo no me di cuenta porque estaba concentrada en lo lindas que son, pero nos contaron días mas tarde sobre su plan fallido ^.^ . Eran Guadalupe y Fátima, las hijas de la artesana.
Yo miraba a Cristina con desconfianza. Todavia no me creia que no habia ningún interés en su gesto. Al rato me enteré de su interés: Devolverle a la ruta todo lo que ésta le había dado.
"Mi papa era un abogado y mi mama era una pipí cucú que se juntaba todos los sabados a tomar el te con otras viejas" Dijo Cris casi sin respirar.
Su infancia habia sido de nena bien pero ella quería ver que había mas alla y empezó a viajar a los 16 años. La primera vez, cansada de las mentiras de sus padres, se escapó y la fueron a buscar en helicóptero a la frontera con Chile. Sólo dejó de viajar cuando quedó embarazada y tuvo a Fátima. Desde entonces está en Misiones.
Cuando llegamos a la casa de Cris no podía parar de sacar fotos a todos los rincones: Era sin duda la casa de una artesana, con herramientas por todos lados y cuadros en las paredes. Sobre la puerta marcas con las alturas de las chicas y las distintas fechas para ver como fueron creciendo y en una pared una coleccion de mochilas colgando y un banco con zapallos de distintos tamaños. Me encantaba estar ahí. Me sentí a gusto enseguida.
Pasamos 20 días en esa casa. Cristina no sólo nos abrió las puertas de su casa, si no que nos hizo sentir parte de su familia. Cuando yo me empezaba a sentir incomoda porque ya habiamos pasado bastante tiempo ahi y no queria invadir su casa ella se daba cuenta y me recordaba que ese era mi hogar.
Por la tarde ibamos con su mesita a vender sus artesanías y las nuestras. Cuando no nos iba tan bien ella se ocupaba de la comida y de que no nos falte nada. Los sábados ibamos a vender panchos al lado del boliche pero yo casi siempre me iba a dormir porque no me aguantaba el sueño. Pero Mati se quedaba y me contaba que me habia perdido las mejores historias de Cristina. Es increíble lo versátil que es y cómo se las ha arreglado para llevar adelante su vida y su familia. Fue locutora de radio, cosechó yerba, hizo todas las artesanías que se les puedan ocurrir.
No alcanzan las palabras para describir todo lo que vivimos con ellas tres en tan solo 20 días. Despedirnos de Cristina fue la mas difícil de las despedidas aunque sé que nos vamos a volver a ver.
Cuando volviamos de vender y estabamos tirados en el sillon nos decia que ibamos a su casa a descanzar y era cierto. Fue como pedir prestada una mamá por un rato. Tenia verguenza de decirle ésto pero ella ya lo pensaba. Nos llama todavia sus "hijos del camino"