viernes, 17 de septiembre de 2010

Cristina :)
















Cuando llegué a la municipalidad, lugar donde Cristina pone el paño, ella estaba sola. Pero al ratito aparecieron dos bellezas que se sentaron al lado de ella con la firme creencia de que si nos miraban el suficiente tiempo con cara de culo nos convencerian de no ir a su casa. Yo no me di cuenta porque estaba concentrada en lo lindas que son, pero nos contaron días mas tarde sobre su plan fallido ^.^ . Eran Guadalupe y Fátima, las hijas de la artesana.





Yo miraba a Cristina con desconfianza. Todavia no me creia que no habia ningún interés en su gesto. Al rato me enteré de su interés: Devolverle a la ruta todo lo que ésta le había dado.





"Mi papa era un abogado y mi mama era una pipí cucú que se juntaba todos los sabados a tomar el te con otras viejas" Dijo Cris casi sin respirar.





Su infancia habia sido de nena bien pero ella quería ver que había mas alla y empezó a viajar a los 16 años. La primera vez, cansada de las mentiras de sus padres, se escapó y la fueron a buscar en helicóptero a la frontera con Chile. Sólo dejó de viajar cuando quedó embarazada y tuvo a Fátima. Desde entonces está en Misiones.

Cuando llegamos a la casa de Cris no podía parar de sacar fotos a todos los rincones: Era sin duda la casa de una artesana, con herramientas por todos lados y cuadros en las paredes. Sobre la puerta marcas con las alturas de las chicas y las distintas fechas para ver como fueron creciendo y en una pared una coleccion de mochilas colgando y un banco con zapallos de distintos tamaños. Me encantaba estar ahí. Me sentí a gusto enseguida.

Pasamos 20 días en esa casa. Cristina no sólo nos abrió las puertas de su casa, si no que nos hizo sentir parte de su familia. Cuando yo me empezaba a sentir incomoda porque ya habiamos pasado bastante tiempo ahi y no queria invadir su casa ella se daba cuenta y me recordaba que ese era mi hogar.

Por la tarde ibamos con su mesita a vender sus artesanías y las nuestras. Cuando no nos iba tan bien ella se ocupaba de la comida y de que no nos falte nada. Los sábados ibamos a vender panchos al lado del boliche pero yo casi siempre me iba a dormir porque no me aguantaba el sueño. Pero Mati se quedaba y me contaba que me habia perdido las mejores historias de Cristina. Es increíble lo versátil que es y cómo se las ha arreglado para llevar adelante su vida y su familia. Fue locutora de radio, cosechó yerba, hizo todas las artesanías que se les puedan ocurrir.

No alcanzan las palabras para describir todo lo que vivimos con ellas tres en tan solo 20 días. Despedirnos de Cristina fue la mas difícil de las despedidas aunque sé que nos vamos a volver a ver.

Cuando volviamos de vender y estabamos tirados en el sillon nos decia que ibamos a su casa a descanzar y era cierto. Fue como pedir prestada una mamá por un rato. Tenia verguenza de decirle ésto pero ella ya lo pensaba. Nos llama todavia sus "hijos del camino"

Jardín América




Llegar a Jardín América fue todo un tema.
Desde Profundidad nos levantó una camioneta roja. Al salir a la ruta rogamos que fuera para el mismo lado que nosotros pero no, iba en direccion contraria entonces nos bajamos.
Buscando un lugar adecuado para hacer dedo nos encontramos con un viajero que tuvo la mejor de las intenciones al decirnos que ahi nadie nos iba a levantar y que debiamos tomarnos un colectivo por lo menos hasta el siguiente pueblo, pero nos desanimo bastante. Pronto aprenderiamos (no en esa ocasion) que no existen imposibles y que sea donde sea, tarde o temprano siempre aparece el loco que te lleva.
De cualquier modo esa vez nos tomamos un colectivo hasta Santa Ana y ahi estuvimos haciendo dedo hasta que empezo a oscurecer. Cuando decidimos entrar a la estacion de servicio para decidir como pasar la noche aparecio un camion y Mati le gritó "Jardin Americaaaaaaaa!!!!" Y el tipo paró.
Durante el viaje se fue haciendo se noche. Esa fue la primera vez que descubrí la belleza particular de la ruta 12 que va subiendo y bajando y dando vueltas y al costado no hay vaca- pasto- vaca- pasto como en las otras rutas que conocía, hay entre otras cosas, una selva deslumbrante.
LLegamos a la terminal y preguntando por un camping descubrimos otra particularidad de Misiones o mas bien de su gente: No saben dar direcciones (Al menos la gente que nos cruzamos y esa fue la primera de vaaaaarias veces que, sin malas intenciones, nos mandaron a cualquier lado). Nos dijeron tres cuadras y fueron 15. Con las mochilotas les puedo asegurar que se siente la diferencia.
Puteando llegamos al dichoso camping, con la esperanza de que salga barato porque solo teniamos $16 en el bolsillo.
A medida que ibamos entrando y veiamos la pileta, los quinchos y todo el lujo de ese lugar nos dimos cuenta de que nos saldria mucho más.
Nos animamos y le preguntamos casi sin esperanza al chico que manejaba el lugar que si nos dejaba pasar la noche ahí por un poco menos del precio que correspondia. Estabamos muy nerviosos y ya fastidiados por el cansancio. El chico muy tranquilo nos dijo que si es solo para pasar la noche no tenia ningun problema de prestarnos un lugar. Su gentileza me dejo boquiabierta. Esperaba puertas cerradas.
Al otro dia conocimos otra particularidad Misionera: La lluvia. Hacia 20 dias que no llovia, cuando llueve caen abogados de punta.
Pasamos en la terminal todo el día tejiendo y vendiendo ocasionalmente una pulserita, cuando de repente, (muy de repente) a eso de las 15 hs paró de llover, se abrieron las nubes y salió un sol asesino. Despues de re cantarnos de frio toda la mañana finalmente nos estabamos azando.
Fuimos a conocer el centro y la plaza central. Encontramos muchos rubios que no miraban a los viajeros con buena cara. Una señora ignoró completamente a Mati cuando le pregunto donde estaba la plaza. Más bien le contestó "NO".
Jardín América está habitada por colonias Alemanas. Gente muy bonita pero difícil de ablandar.
Armamos el paño en la plaza. Yo estaba bastante preocupada por dónde pasaríamos la noche. Fue la primera vez en ese viaje que no sabia dónde estaríamos.
Mati fue a vender por ahí y sin querer se acercó a una artesana con sus dos hijas "uh! y yo que te venía a vender a vos" le dijo.
Cuando volvio hasta donde yo estaba vino con excelentes notcias: La artesana dijo que podiamos llevar el paño al lado del suyo y que ella alojaba de vez en cuando otros artesanos en su casa. Si queriamos podiamos ser los próximos.
Y asi empezó el primero de mis dos capítulos preferidos del viaje a Misiones.