

Desde Profundidad nos levantó una camioneta roja. Al salir a la ruta rogamos que fuera para el mismo lado que nosotros pero no, iba en direccion contraria entonces nos bajamos.
Buscando un lugar adecuado para hacer dedo nos encontramos con un viajero que tuvo la mejor de las intenciones al decirnos que ahi nadie nos iba a levantar y que debiamos tomarnos un colectivo por lo menos hasta el siguiente pueblo, pero nos desanimo bastante. Pronto aprenderiamos (no en esa ocasion) que no existen imposibles y que sea donde sea, tarde o temprano siempre aparece el loco que te lleva.
De cualquier modo esa vez nos tomamos un colectivo hasta Santa Ana y ahi estuvimos haciendo dedo hasta que empezo a oscurecer. Cuando decidimos entrar a la estacion de servicio para decidir como pasar la noche aparecio un camion y Mati le gritó "Jardin Americaaaaaaaa!!!!" Y el tipo paró.
Durante el viaje se fue haciendo se noche. Esa fue la primera vez que descubrí la belleza particular de la ruta 12 que va subiendo y bajando y dando vueltas y al costado no hay vaca- pasto- vaca- pasto como en las otras rutas que conocía, hay entre otras cosas, una selva deslumbrante.
LLegamos a la terminal y preguntando por un camping descubrimos otra particularidad de Misiones o mas bien de su gente: No saben dar direcciones (Al menos la gente que nos cruzamos y esa fue la primera de vaaaaarias veces que, sin malas intenciones, nos mandaron a cualquier lado). Nos dijeron tres cuadras y fueron 15. Con las mochilotas les puedo asegurar que se siente la diferencia.
Puteando llegamos al dichoso camping, con la esperanza de que salga barato porque solo teniamos $16 en el bolsillo.
A medida que ibamos entrando y veiamos la pileta, los quinchos y todo el lujo de ese lugar nos dimos cuenta de que nos saldria mucho más.
Nos animamos y le preguntamos casi sin esperanza al chico que manejaba el lugar que si nos dejaba pasar la noche ahí por un poco menos del precio que correspondia. Estabamos muy nerviosos y ya fastidiados por el cansancio. El chico muy tranquilo nos dijo que si es solo para pasar la noche no tenia ningun problema de prestarnos un lugar. Su gentileza me dejo boquiabierta. Esperaba puertas cerradas.
Al otro dia conocimos otra particularidad Misionera: La lluvia. Hacia 20 dias que no llovia, cuando llueve caen abogados de punta.
Pasamos en la terminal todo el día tejiendo y vendiendo ocasionalmente una pulserita, cuando de repente, (muy de repente) a eso de las 15 hs paró de llover, se abrieron las nubes y salió un sol asesino. Despues de re cantarnos de frio toda la mañana finalmente nos estabamos azando.
Fuimos a conocer el centro y la plaza central. Encontramos muchos rubios que no miraban a los viajeros con buena cara. Una señora ignoró completamente a Mati cuando le pregunto donde estaba la plaza. Más bien le contestó "NO".
Jardín América está habitada por colonias Alemanas. Gente muy bonita pero difícil de ablandar.
Armamos el paño en la plaza. Yo estaba bastante preocupada por dónde pasaríamos la noche. Fue la primera vez en ese viaje que no sabia dónde estaríamos.
Mati fue a vender por ahí y sin querer se acercó a una artesana con sus dos hijas "uh! y yo que te venía a vender a vos" le dijo.
Cuando volvio hasta donde yo estaba vino con excelentes notcias: La artesana dijo que podiamos llevar el paño al lado del suyo y que ella alojaba de vez en cuando otros artesanos en su casa. Si queriamos podiamos ser los próximos.
Y asi empezó el primero de mis dos capítulos preferidos del viaje a Misiones.
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