domingo, 4 de diciembre de 2011

Nuestro propio camino del Inca

Calca es un lugar muy poco conocido por el turismo, sin embargo tiene una belleza increíble y muchos secretos.
Hay muchas ruinas en casi todas sus montañas, entre ellas, las ruinas de Hochoycozco, desde las cuales hay un camino inca que llega hasta Saqsawaman, en Cuzco. Me la debo!! Tambíen hay aguas termales, las piedras de la leyenda, un paisaje increíble y lo más bello de todo, por supuesto, su gente.
Pasamos por ahi con la idea de volver y pasar alli, nuestra primera navidad y año nuevo lejos de casa.
Al toque nos fuimos a Urumbamba y de alli a Ollantaytambo, desde donde comenzaría la gran caminata por la vía hasta Aguas Calientes.
No entramos a las ruinas ollantaitambezcas pero fuimos enfrente a Puncuilluna, (o algo asi) que eran otras ruinas de depósitos de granos y desde donde se veia Ollantaytambo en todo su esplendor (tambien pispeamos como entrar, pa la próxima)
En Ollanta esta todo bien para poner el paño al lado de la feria que esta a la entrada de las ruinas, quizas en el piso pero también en alguno de los puestos si los feriantes no fueron. También esta todo bien para poner la carpa en la plaza de Toros, donde se hace una celebración cada año que consiste en atar un cóndor al lomo de un toro y ver como se hacen mierda mutuamente. Que liiiindo!!!
El Condor picotea al toro y el toro salta para todos lados tratando inutilmente de sacarse al condor del lomo. Segun quien "gane", el año va a venir con buenas o malas cosechas. Si gana el Cóndor es muy buen augurio (asi cualquieeeera), pero si el Condor muere... pinta el bajón.
Por supuesto nosotros dormimos ahi cuando ni el cóndor, ni el toro, ni la gente estaba ahi, si no linda ensalada de hippis hubiesemos resultado :P.
Al día siguiente salimos del kilometro 68 de la vía del tren y comenzamos nuestro propio camino del Inca, hacia el Machu Pichu.
Teníamos 13 soles con 40 céntimos. No teníamos ni idea de cómo ibamos a hacer para entrar a la ciudad Inca, pero sabíamos que ibamos a entrar.
Casi no tengo palabras para describir el maravilloso camino que recorrimos por las vias. Tienen que verlo. Casi siento lástima por los que hacen ese camino en 3 horas arriba del tren (lo que nosotros hicimos en 14). Es demasiado rápido para disfrutar tan bello paisaje. Además, no llegan a valorarlo como es debido. En todo el camino se encuentran en el suelo, papeles, sobrecitos vacíos de azucar, botellas de plástico y vasitos con el rótulo del tren. Basura que tiran por la ventana los malcriadísimos turistas y contrasta con tanta hermosura.


Asi se veía el camino, desde que pusimos los pies por primera vez en las vías.
Nosotros, en cambio, vivimos y padecimos el camino, pasito por pasito.
Casi siempre tenés la vía adelante, la montaña a tu derecha y el rio Vilcanota a la izquierda. El Vilcanota, para que se den una idea, es el rio que crece durante las lluvias y se lleva casas enteras, cosechas y gente. Tiene una fuerza increible y su murmullo (murmullazo) es la música que nos acompañó los siguientes 40 y pico kms.
La vegetación es muy variada y preciosa, ya selvática. Todos los tonos de verde los conocí en ese caminito.
Llevamos nuestras pesadas mochilas, pero a los 4 kms de haber empezado dejamos más de la mitad en la casa de Dora, una buena señora que literalmente nos sacó un peso de encima!!
Encontramos de todo para comer: Siscilianos (verdura verde y grandota, RARA, buena para ensaladas), ´, choclos, tomates ácidos, paltas que nos regaló una señora y moras silvestres. Además habíamos llevado paquetes de arroz y fideos y algunas frutas y verduras, porque en el camino no hay almacenes, viste?
A veces hay puentes, a veces túneles y a veces túneles dobles, por los que su amiga Celes tuvo que correr para que no la agarre el tren. (muuuuy lindo y de mucha risa ahora que es anécdota, pero en el momento te la regalo) Muy recomendable esperar, el tiempo que sea necesario, a que venga el tren y después pasar. Los trenes pasan cada 20 o 30 mins, quizas una hora. Por lo cual despues de meses todavía me quedaba retumbando en la cabeza la bocina del tren, hasta soñaba con ese ruido. Esa fue la parte no tan amable.
Había varias ruinas en el camino, que pudimos recorrer desde adentro, y sacar fotitos.
Nos recorrimos los 40 y pico de kilometros con las ojotas hechas de llanta de camión, por lo cual se nos metían piedritas constantemente entre el pie y la suela, pero llegar, llegamos. Aunque no fue fácil andar así, pero perder la paciencia sí era fácil. Mati y yo nos peleabamos todo el tiempo.
Todavía me llegaba señal al celular. Mamá me llamó en el medio del camino y me mandaba mensajes cada vez que podía para acompañarme en mi aventura. Pero a lo último ni paciencia para mi mamá había. Me exigió que le responda un mensaje de texto o no se que lo cual es comprensible si uno lo ve desde sus ojos. Pero yo estaba cansada y no tenía ganas de contestar nada, menos sabiendo que si miraba otra cosa que no fuera mis pies y donde se apoyaban, me iba a tropezar por vez número 2.754.955. Le contesté finalmente, pero algo tipo "no me rompas las pelotas" me contestó algo tipo "asi no se le habla a tu madre" y le escribi para pedirle perdón pero justo me quedé sin crédito.
Estabamos en la recta final y el cansancio, las mochilas y la ansiedad pesaban más que nunca.
Un tren paró adelante nuestro. Cuando avanzó, descubrió el pueblo de Aguas Calientes para nosotros. Justo a tiempo para evitar que Matías y yo nos agarremos de los pelos.

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