Volvimos a La Paz, no sin antes pasar el último día en El Alto, juntando hasta el último céntimo para comprar un charanguito de 300 bolivianos, precioso instrumento que venia queriendo hace rato, y Mati me re hizo la segunda.
Nos quedamos sin plata de vuelta, pero la magia volvió a suceder: A último momento tiramos el paño y nos compraron como 70 bolivianos, todo lo que necesitabamos para pasar una noche en un bonito Hostel ("Gimenez"... el nombre no es tan encantador como el lugar), y para el pasaje a Desaguadero, donde se encuentra la frontera con el tan deseado Perú.
Vimos el Lago Titicaca, muy de pasada asi que todo lo que puedo decir de este famosísimo charquito de agua es que es muuuuy graaaaande.
Las fronteras me dan miedo, lo confiezo. Esta vez estaba más nerviosa que cruzando Bolivia, no se por que. Pero pasamos, después de sudar la gota gorda como si estuvieramos pasando 14 kilos de cocaina o algo así, cuando en realidad nuestro único crimen es: No ser los turistas platudos que todos esperan.
Caminamos un poco hacia la ruta que va a Puno. Nos sentamos en una parecita y ahi disfrutamos de nuestro primer momento en Perú: Tomando un tecito de cedrón, probando el charango sin saber nada, solo tocando las cuerdas que contrastaban con el silencio y lo acompañaban hermosamente. Cada tanto pasaba un auto, pero muuuy cada tanto y le hacíamos dedo, pero la mayoría eran combis ansiosas por cobrar hasta el últimos sol (sí, ahora la mano viene en soles. No es re tierno? "cuanto cuesta eso señora?" "un sol" :D).
De cualquier modo estabamos muy cómodos en nuestro lugar. Frente a nosotros habia una casa muy humilde, ya subida a una especie de cerrito, como todas las filas de casas de la mano de enfrente y había una señora tejiendo en su gran telar. El sol le daba un color más brillante a todo esto. Fue un momento que sabia que iba a recordar sintiendo el corazón tibio.
Esperamos ahí unas horas, lo que es muchísimo para un tipo tan ansioso como yo (aca les habla el Mati), en una circunstancia donde es muy poco lo que se puede hacer para salir de ella. Un par de veces algunos taxistas frenaron, pero cuando le contábamos que no teníamos plata nos decía que no nos pdía llevar.
Finalmente frenò uno al que accedió a llevarnos a Puno después de que le contamos nuestra historia. El camino a Puno es hermoso. Siempre con el Titicaca a la derecha y pintorescos cerros a la izquierda. Con nosotros llegó la lluvia que tanto estaban esperando. Y cómo! Por el horizonte veíamos cómo las nubes negras se acercaban bañándolo todo. Una bienvenida alucinante.
Al llegar a Puno estacionamos y cuando sacamos las mochilas del baùl el tipo nos mira y nos dice "y? hay pasajo o no hay pasaje?". Terminamos dándole algo y nos fuimos. La actitud no nos pareció buena. ¿De verdad se siente mejor tener 5 soles más que ayudar a alguien a cumplir su sueño?
(despues nos enteramos que en Perú es costumbre cobrar por hacer dedo)
Un poco bastante calientes nos fuimos a recorrer Puno. Lo 1ero, como siempre, es buscar un lugar para vender y luego uno para dormir. Bajamos hasta el Titicaca, conseguimos un mapa y como no encontramos un espacio propicio para vender (estábamos en temporada baja, la muerte!!) nos fuimos a pasear. Pasamos por una plaza donde había un megatobogán donde nos tiramos un par de veces
Con el dato de que había un cura que daba alojamiento fuimos al centro, siguiéndole el rastro Fue difícil pero encontramos el lugar. Y allí conocimos a Soraya, una colombiana viajera súper chévere y con una historieta, como todo viajero. Ella estaba viajando con su novio, un poco conociendo y otro buscando su lugar en el mundo. Hacía macramé, como nosotros y estaba en la ruta hace 1000 años. Nos dio mucha información sobre lo que venía adelante y nosotros le dimos nuestra mejor energía para que se sobreponga un poquito de las dificultades por las que estaba pasando.
Al otro día nos despedimos de ella después de desayunar quinua con leche y pan de la sierra. Nos dimos cuenta cómo otra vez todo se había dado como para que los 3 nos cruzáramos.
Al salir a hacer dedo estabamos un poco desanimados porque pensamos que nadie nos llevaria, sobre todo Mati... pero lo animé y le dije que seguramente habia una opción que no estabamos considerando, algun loco que sí era capaz de llevarnos gratis... y asi fue, nos levantó un peruano que habia estado en Argentina y habia hecho dedo en Rosario. Nos llevo 45 kms mas pal norte, Hacia Juliaca, ciudad de comerciantes.
Llegamos a Juliaca, quisimos mezclarnos entre los comerciantes pero no somos comerciantes, somos artesanos y viajeros asi que no encajamos, che.
Sacamos el paño y nos fuimos a hacer dedo con la esperanza de acercarnos un poco mas al Cuzco. Ya se hacia de noche y empezabamos a buscar de reojito un lugar donde poner la carpa cuando de repente pasa por la Pa Panamericana un auto muy parecido al de Leo y Amparo, con una camilla para hacer masajes en el techo muy parecida a las de Leo y Amparo y adentro dos Hippis argentinos muy parecidos a ellos... eran Leo y Amparo!!! Nos pusimos a hacerles señas a lo loco hasta que nos vieron y frenaron más adelante.
Nos abrazamos y tratamos de ponernos al dia sobre todo lo ocurrido mientras no nos vimos. Pero nos quedabamos con las ganas... Entonces Amparo uso su determinacion de hirro y dijo "aca no los dejamos, ustedes se van con nosotros al Cuzco".
No se como hicimos lugar en el auto pero entramos. y nos fuimos los cuatro. Antes de arrancar Leo dijo "Bueno chicos, hasta Cuzco no paramos..."
Los cuatro estamos de acuerdo con que no era casualidad que justo ahi, en Juliaca, se terminaba el mapa de rutas que tenian. De ahora en más, el camino era un misterio.
Todavia no sabiamos que nos esperaba lo mejor de lo mejor de un viaje increíble, porque, como dicen unos amigos "quien se lanza a lo desconocido, descubre tesoros"
No hay comentarios:
Publicar un comentario